Todas las experiencias por las que pasamos a lo largo de
nuestra vida son aprendizajes que nos ayudan a crecer, a hacernos fuertes.Algunos aprendizajes son duros, y dependiendo de si hemos
sabido gestionarlos o no, es lo que llevamos en la mochila, son cargas que no
nos dejan avanzar porque no hemos pasado la prueba en su momento.A menudo esas cargas son muy pesadas y dolorosas y no
sabemos cómo soltarlas, sin embargo es preciso soltarlas para seguir
adelante; a menudo nos aferramos con fuerza a esas experiencias con la
intención de no olvidar para no volver a pasar por ello, nos negamos a olvidar,
nos agarramos con fuerza al "mira lo que me ha pasado", al
victimismo, al "porque me ha pasado esto", no nos damos cuenta que
esa no es la manera, girar la vista atrás y mirar con rabia y dolor esas
experiencias lo único que hace es generar más rabia y dolor, mirar atrás y
observar, analizar que ocurrió y que podemos aprender es una manera de empezar
a soltar, aceptar lo que nos ha pasado, seguir adelante con nuestro dolor, os
suena la frase "no hay mal que cien años dure"? Hay que aceptar ese
dolor, y esperar que el tiempo lo cure, toda herida tiene su tiempo de
curación, necesitamos tiempo y paciencia, no nos han enseñado a vivir y
gestionar nuestro dolor, y hemos aprendido a dejarlo atrás “lo que pasó, pasó”
y a no tocarlo, si no se toca no duele, ¡no! Si se toca y no duele es que está
curado, hacer ver que no pasó no es la solución, nos pasan cosas
constantemente, buenas y "malas", y debemos vivirlas todas, forma
parte del pacto que hicimos al venir aquí, VIVIR para crecer.
¡Suelta y se feliz!
¡Suelta y se feliz!
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